sábado, 17 de octubre de 2015

María Romero Velasco








Amante de las casualidades y admiradora de los giros inesperados, mi obra y mis decisiones se basan y se han visto marcadas por las ganas inconmensurables de encontrar aquello único y raro que dé sentido a una existencia abocada a la rutina si no se es lo bastante voraz como para devorar los instantes irrepetibles. Defiendo una poesía íntima y simple; menos siempre es más y nunca se debe obviar la fuerza de la palabra o la necesidad imperiosa de una pausa.

Mi ambición como poeta es y será emocionar; no persigo sueños imposibles, ni pretendo emular figuras que son ya entidades de la pluma. Llegué aquí casi por casualidad. Recurrí a la poesía por la necesidad de expresar todos los sentimientos que me estorbaban y eran demasiado incómodos para compartirlos a la ligera; de repente la palabra se hizo confidente y portavoz a la vez de todos los secretos que empujaban por salir a la superficie y acabé creando una ilusión de poesía visceral con matices de ternura. 


Mi obra es breve, pero ambiciosa. He publicado poemas en varias revistas y he participado en lecturas de poesía. Cada día intento convertirme en el proyecto de poeta que considero que debo ser cuando acotar las cualidades de esa versión lírica utópica es inútil, la perfección no se contempla a ojos de un poeta, por lo que defenderé a capa y espada la versión imperfecta del poeta que me ha tocado ser y lucharé sin descanso por hacerme hueco en una jungla de versos y juglares marcados por el estigma de considerarnos la voz dormida de la literatura, el arte incomprendido de una minoría.

Estados cardiacos

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